Cartas a mi pueblo
Por.- Manuel Yóplac Acosta
Después de 200 años de fragilidad republicana es hora de repensar el Perú. La salida a la situación del Perú, no pasa por elegir un nuevo presidente, gabinete, congreso, gobernador, alcalde o autoridad representativa -situaciones mediáticas cortoplacistas-; la salida a la situación del Perú pasa por dar sentido al Perú, es decir, crear un camino de esperanza donde caminar no sea un sufrimiento sino una alegría. En este contexto, nos toca a todos repensar. Repensar de nuevo el Perú, repensar el nuevo Perú, repensarnos para una nueva vida en un nuevo tiempo. Es tiempo de repensar todo.
En base al concepto de ética cívica, entendida “como un momento reflexivo, crítico y dialógico” (Polo, 2020) propongo seis ideas generales para repensar el nuevo Perú, a saber: i) repensar la vida como centro, ii) repensar desde la diversidad y para la diversidad, iii) repensar al Perú para un buen vivir, iv) repensar desde la libertad y el bien común, v) repensar desde lo colectivo organizado, y vi) repensar desde el espíritu joven. En esta Carta, trataré brevemente las tres primeras ideas.
Primero. Repensar al Perú teniendo como centro a la vida. El corazón de todo cambio tiene que ser pensado desde y para la vida, no hay algo más valioso que la verdad de la vida. La vida es la complejidad de relaciones que se tejen para dar movimiento y equilibrio. En consecuencia, la vida humana es tan importante como la vida de todo el planeta Tierra. El cuidado de la única morada conocida de vida, que es la Pachamama, está por encima de cualquier otro interés. La subsistencia de la vida humana depende del equilibrio de la vida toda. Así, repensar el Perú desde la centralidad de la vida, es repensar el futuro desde la totalidad en movimiento y no desde el trámite político burocrático y mediático.
Segundo. Repensar al Perú desde su diversidad y para la diversidad. El Perú somos todos, todas las naciones que en ella viven, es decir, el Perú no es solo una nación, patria o estado que nació en 1821, el nuevo Perú tiene que reconocerse desde antes de la cultura Caral hasta los Incas y reencontrase con todas las naciones amazónicas. El nuevo Perú, es “todas las sangres” pero con un mismo corazón. El nuevo Perú no es la república moribunda, es la naciente nación de más de 10 mil años de valiosa historia de saberes, sentires y pensares. El nuevo Perú, es el encuentro de todos en torno a la vida. El nuevo Perú no es una bandera o un himno, es una nueva semilla de esperanza no solo para los peruanos sino para toda la civilización humana.
Tercero. Repensar al Perú para un buen vivir. El Perú republicano jamás ha tenido un proyecto de buen vivir, entendida ésta, como un sentido de convivencia equilibrada entre lo humano y lo natural; pues, desde el principio hemos sido violentados en la implantación de políticas económicas basadas en la sobre explotación del hombre y la naturaleza. De ahí que el Perú republicano ha sido y es muy desigual; ha sido y es una economía principalmente extractivista. El buen vivir no es una sociedad cargada de ideas de progreso, crecimiento y desarrollo sin límites; es un encuentro del hombre con el hombre y de éste con la naturaleza. El buen vivir es la posibilidad de ser más que de tener. El buen vivir no se carga de mercancías, sino que se regocija de solidaridad y reciprocidad. El buen vivir no es un vivir egocéntrico, androcéntrico ni antropocéntrico, es una práctica biocéntrica que nos invita a convivir. El buen vivir se opone a la mercantilización de la vida y apuesta por una vida plena. El buen vivir es el camino para el Perú nuevo en la ruta del reencuentro con toda la humanidad y toda la naturaleza. (Continuará).