Según la última Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (Endes) del primer semestre del 2024, el 52,5 % de mujeres entre 15 y 49 años sufrieron de violencia ejercida alguna vez por su esposo o compañero. Del total, el 48,9 % fue violencia psicológica, el 26,7 % física y el 5,2 % de tipo sexual.
La psiquiatra del Instituto Nacional de Salud Mental (INSM) del Ministerio de Salud (Minsa), Vanessa Herrera López, explicó que la violencia psicológica implica diversas manifestaciones que se expresan en insultos, control del otro, descalificaciones, humillaciones, generando un estado de miedo y alerta en la víctima.
“La violencia psicológica puede generar huellas a largo plazo en las víctimas. Lo que más solemos encontrar en consulta son síntomas de ansiedad, depresión, problemas de sueño, trastorno de estrés postraumático, señales de afectación en su autoestima, autolesiones, riesgo suicida, problemas psicosomáticos, malestares gastrointestinales que incluso repercuten en el rendimiento académico y laboral y vínculos con otros”, indicó la especialista.
Herrera López añadió que, según prevalencias nacionales históricas y mundiales, la violencia psicológica es mucho más predominante que otros tipos de violencia; sin embargo, muchas veces tiene menos acceso a la justicia al ser difícil conseguir adecuadamente informes médicos y psicológicos oportunos.
En ese sentido, indicó que con mucha frecuencia la violencia psicológica se superpone a la violencia física, económica y sexual. “Los insultos escalan a cachetadas, golpes, presiones en los brazos, restringir el dinero o hasta forzar a tener relaciones sexuales. Todo esto puede escalarse también cuando la persona agresora está en intoxicación por el consumo de alcohol u otras sustancias, pero detrás de todo está el mandato machista que normaliza y justifica la violencia contra las mujeres como de su pertenencia”.
Para prevenirlo, la especialista indicó que es importante enseñar desde la infancia y el primer enamoramiento a detectar señales de alerta de violencia en una relación. Es decir, a identificar si la persona ejerce control o es muy dominante, no respeta tus opiniones, si quiere controlar tus tiempos y forma de vestir, redes sociales, si se burla de las opiniones que emitimos. Identificar lo que no es saludable y lo que no debemos permitir para poner límites.
“Una de las expresiones más comunes es no me está controlando, solo me está cuidando. Las parejas violentas también suelen tener actitudes paternalistas o de dominación y control. Esas relaciones asimétricas, verticales y rígidas tarde o temprano afectan la autoconfianza, el desarrollo saludable de una persona que tiene derecho a expresarse, vestirse como desee y disfrutar de su autonomía. Las parejas tienen que sumar a nuestra vida, sentirnos saludables y satisfechos sin invadir la privacidad del otro”, agregó.
Finalmente, la psiquiatra recomendó que al identificar un caso de violencia se debe brindar el soporte emocional para que la víctima acuda a un servicio de salud mental en el centro más cercano a su domicilio, donde podrá encontrar un espacio seguro, de confianza y privado para hablar sobre lo que le ocurre.
Para mayor información sobre salud mental puedes comunicarte a la Línea 113, opción 5.