Hace 16 años, el 15 de agosto de 2007, a las 6:40 p.m., el sur del Perú fue sacudido tras la ocurrencia de un sismo de M8.0 cuyo epicentro se localizó a 74 km al oeste de Pisco. Aquella tarde, quedó grabado en la memoria del país como el “El sismo de Pisco”, produjo tanta destrucción y pérdidas humanas; además de dejar valiosas lecciones sobre la resiliencia y la importancia de la preparación para los fenómenos naturales.
Este evento nos enseñó las complejidades de la sismología en el Perú. Situado en una zona entre las áreas de ruptura de los terremotos de Lima en 1974 (M7.5) e Ica en 1996 (M7.7), este sismo no hizo sino enfatizar la persistencia de la actividad sísmica en la región.
Comportamiento del sismo de Pisco
El sismo produjo intensidades de VIII en Pisco y Chincha y el sacudimiento del suelo fue percibido en un radio de 600-700 km. El proceso sísmico fue aún más singular: dos rupturas aleatorias separadas por un tiempo de 60 segundos.
La mayor ruptura y liberación de energía ocurrió en torno a la península de Paracas, por lo que el tsunami fue más destructivo en esta área. El proceso de ruptura en conjunto se desarrolló en dirección sureste: se inició frente a Pisco y concluyó al sur de la península de Paracas. Esta característica es propia de sismos de gran magnitud con origen en el proceso de convergencia de placas en el Perú.
Lecciones y compromisos pendientes
Uno de los aspectos más preocupantes es la falta de aprendizaje de la sociedad ante esta tragedia. A pesar de los informes y advertencias previas emitidas por el Instituto Geofísico del Perú (IGP), que indicaban la acumulación de deformación que podría dar origen a un sismo de elevada magnitud, muchos habitantes de Pisco y otras regiones aún construyen sus viviendas de manera insegura, en suelos arenosos, evidenciando una falta de cultura de prevención.
Sin embargo, el Ministerio del Ambiente (Minam), a través del IGP ha liderado el proyecto del Sistema de Alerta Sísmica peruana (SASPe), donde se ha instalado 106 estaciones sísmicas en diez regiones costeras, con el objetivo de proteger a 18 millones de peruanos y peruanas. Esta iniciativa es un paso crucial hacia la reducción del riesgo sísmico y la promoción de una sociedad más resiliente.
A medida que el país recuerda los acontecimientos de hace 16 años, es necesario reflexionar sobre cómo la historia se repite cuando no se toman medidas efectivas. El sismo de Pisco sigue siendo un recordatorio contundente de la importancia de la preparación, la educación y la construcción. Al fomentar una auténtica cultura de prevención sísmica, renovamos nuestro compromiso de gestionar la cultura de prevención sísmica en el país realizando “Ciencia para protegernos, ciencia para avanzar”.