En una sorprendente demostración de destreza médica, el Hospital Nacional Arzobispo Loayza del Ministerio de Salud (Minsa) se convirtió en escenario de un milagro quirúrgico que desafió las estadísticas. Azucena Shuan Lázaro, una valiente madre de 37 años proveniente de Chimbote, Áncash, se enfrentó a una prueba que llevó al equipo galeno al límite.
El drama comenzó como tantas otras historias de dolor e ilusión en las salas de emergencia. Azucena, con el rostro contraído por un dolor inexplicable, llegó buscando respuestas. Lo que nadie imaginaba era que en su interior se gestaba uno de los casos más raros en la medicina: un embarazo ectópico alojado en el hígado, una condición tan inusual que apenas se han documentado 34 casos similares en más de medio siglo de estudio.
El Dr. Jorge Jericó Araujo Cornejo, cirujano del Servicio de Cirugía 6I, relató con asombro profesional cómo se desenvolvió este caso. “Azucena ingresó al tópico de ginecología de emergencia con antecedentes de dos cirugías previas realizadas en otro establecimiento por un supuesto embarazo ectópico. Tras exámenes de imagen, se descubrió que el embrión seguía en su cuerpo”, compartió.
La cirugía reveló la cruda realidad de un embrión de seis semanas implantado en el tejido hepático. Con manos firmes los cirujanos extrajeron cuidadosamente al pequeño ser que, aunque inviable, representaba tanto la fragilidad como la tenacidad.
Azucena, con voz entrecortada narró su travesía: desde los primeros dolores agudos en su hogar en Chimbote hasta el momento en que despertó en Lima, salvada por manos expertas y tecnología de punta. “Hoy puedo regresar a casa con mi esposo, mis dos hijos, aliviada y agradecida”, expresó con gratitud y alivio.
El Dr. Araujo, conmovido por el desenlace favorable, destacó su resiliencia y la importancia de contar con equipos médicos preparados para lo impensable. “El hígado es un órgano que, en buenas condiciones y con los cuidados adecuados, tiene la capacidad de restituir su estructura después de un procedimiento quirúrgico como el que realizamos”, afirmó, teniendo en cuenta la importancia de la atención especializada en casos de tal complejidad.
Mientras Azucena regresa a casa saludable, su historia queda grabada en la memoria de la medicina peruana como un recordatorio de que, incluso en los casos más raros y desafiantes, la esperanza y la experticia pueden obrar en conjunto.